Aumentando la Productividad y el Poder de las Conversaciones de Coaching y el feedback

Si estás al frente de un equipo, ya eres un coach (aunque no te lo hayas planteado) Mira, seamos sinceros: ...

Si estás al frente de un equipo, ya eres un coach (aunque no te lo hayas planteado)

Mira, seamos sinceros: si eres gerente, jefe de equipo, o como quieras llamarlo, en una empresa (da igual si es grande o pequeña), ya estás haciendo de coach para tu gente. Te guste más o menos, es parte del rol.

Hay una frase que lo dice más claro: «Ser coach de tu equipo es inevitable. Puedes hacerlo bien o puedes hacerlo mal. Lo que no puedes hacer es evitarlo.»

La realidad es que todos los que gestionamos equipos somos coaches. El «truco» está en darse cuenta y, sobre todo, en hacerlo bien.

Por eso quiero compartir contigo algunas ideas que he ido aprendiendo en mi propio camino profesional. Son cosas que me han funcionado, no solo para mejorar yo mismo, sino también para ayudar a crecer a las personas con las que he tenido la suerte de trabajar como coach.

El coaching no es un lujo, ¡es una necesidad! Tu gente es tu mayor tesoro.

Algo que me ha llamado la atención, sobre todo en marcas de lujo, es que esas charlas de coaching y feedback uno a uno no son tan comunes. Para muchos jefes, simplemente no está en su «descripción del puesto» oficial, y no lo ven como algo crucial.

Pero piénsalo: el coaching y el feedback son las herramientas que permiten a tu gente sacar todo el jugo a su experiencia, poner en marcha todo lo que ya saben.

Si sigues anclado en el modelo del «jefe experto» de toda la vida, ese en el que se supone que tú tienes todas las respuestas… bueno, te enfrentas a un problema.

Cuando surge un lío, todos te miran esperando la solución mágica. ¿El problema? Que si la solución viene impuesta «desde arriba», la gente no se la cree, no la siente suya, y al final, no se comprometen igual para que funcione.

Cambiar el chip: de «mandar» a «acompañar»

Pasar de ser simplemente un «jefe» a ser un «coach» es como darle el volante a tu gente para que conduzcan su propio desarrollo.

Gestionar (lo de siempre): Es decir lo que hay que hacer, dirigir, usar la autoridad, apagar fuegos y buscar un resultado concreto YA.
Hacer coaching: Es explorar juntos, facilitar, ser un compañero de viaje, pensar en la mejora a largo plazo y estar abierto a que surjan distintas soluciones.

Sí, a primera vista, puede parecer más fácil y rápido seguir «gestionando» a la antigua. Pero créeme, invertir tiempo en hacer coaching vale (y mucho) la pena.

Hay montones de estudios y experiencias reales que demuestran que los jefes que actúan como coaches tienen equipos más enchufados, más contentos y que, al final, consiguen mejores resultados.

Las diferencias clave están en el cómo

¿Hablar o escuchar?: Un coach pasa mucho más tiempo escuchando y haciendo preguntas que dando órdenes. El jefe tradicional, al revés. Y esta diferencia, que parece pequeña, cambia por completo el ambiente y la relación con tu equipo.
¿Observar o suponer?: Un buen coach se toma tiempo para observar de verdad, para entender qué pasa. El jefe que va con prisas tiende a sacar conclusiones rápidas (y a veces equivocadas). Observar con calma te deja ver patrones y oportunidades que de otra forma se escapan.


¿apagar el fuego o raíz del incendio?: El coach rasca hasta encontrar la causa real de un problema. El jefe tradicional suele quedarse en la superficie, poniendo «curitas» a los síntomas. Ir al fondo evita que los mismos problemas vuelvan una y otra vez.
¿Imponer o empoderar?: Un coach ayuda a su gente a que desarrollen sus propios planes. El jefe tradicional les da el plan hecho y espera que lo sigan al pie de la letra. Cuando das autonomía y confías, la gente se compromete de verdad, siente el proyecto como suyo.

Para que quede más claro:

Si eres…Jefe TradicionalJefe Coach
Al comunicarteHablas y das instruccionesEscuchas y haces preguntas
Tu foco está enResultados inmediatosDesarrollo a largo plazo
Las decisionesLas tomas tú (centralizadas)Ayudas a que el equipo decida
Ante un problemaPones parches a lo superficialBuscas la causa real
Los planesLos creas y los imponesFacilitas que el equipo los cree
Los erroresLos evitas y buscas culpablesSon oportunidades para aprender
El éxito esCumplir objetivos a toda costaVer crecer y desarrollarse al equipo

Es un buen momento para preguntarte con honestidad: ¿tiendo más a ser «jefe» o «coach»? ¿Qué crees que diría la gente de tu equipo si les preguntaras?

El feedback: el combustible del coaching

El jefe de antes solía dar feedback solo cuando algo iba mal (y normalmente para señalar el error). El coaching, en cambio, va de ayudar a tu gente a mirar hacia adelante, a conseguir sus metas. Y el feedback es la herramienta para ayudarles a ver qué les está frenando ahora mismo.

Coaching: Es animar a dar lo mejor de uno mismo.
Feedback: Es mostrar cómo es ese «mejor» y qué se puede ajustar.

Este cambio a modo coach implica darle una vuelta importante a cómo damos feedback. Los datos no mienten: dar feedback bueno y frecuente es una forma probada de tener a la gente más motivada, lo que se traduce en mejores números. Además, las generaciones más jóvenes, que ya son mayoría en muchos sitios, no solo lo agradecen, ¡lo esperan!

Dar un feedback que de verdad aporte valor ayuda a la persona a crecer. Le anima a mirar sus desafíos, sí, pero también a reconocer sus puntos fuertes y sus logros.

El gran reto para un jefe-coach es saber dar esa crítica constructiva de forma que sume, no que hunda.

Aquí, la confianza lo es todo. Si tu equipo confía en ti, verá tu feedback como una ayuda sincera para mejorar. Si la confianza es baja, cualquier sugerencia, por bienintencionada que sea, puede sentar mal o ser ignorada.

Y adivina qué: el coaching ayuda muchísimo a construir esa confianza, porque te empuja a preguntar en lugar de ordenar, y a fijarte en el potencial de las personas, no solo en sus limitaciones.

¿Qué gana tu marca con todo esto?

Las empresas se gastan un dineral en programas de formación para que la gente sea más productiva y venda más: cursos, webinars, listas de libros… lo que sea.

Pero en lugar de solo decirles cómo hacer las cosas, los coaches efectivos preguntan a sus equipos: «¿Cómo creéis vosotros que podríamos hacerlo mejor?». Les ayudan a ver alternativas, a aprender de los tropiezos, a encontrar margen de mejora… En resumen, les enseñan a pensar por sí mismos.

Esto le da a cada persona el poder de crear su propia visión de cómo quiere ser en su trabajo, de cuál es su «mejor versión».

Además, pensemos en el mundo post-pandemia. Los clientes han cambiado, muchos compran online, y nuestros equipos necesitan adaptarse rápido.

Usar el poder del coaching y del feedback para crear experiencias geniales para los clientes (sean en persona o digitales) es lo que va a marcar la diferencia entre simplemente sobrevivir y de verdad prosperar.

He hablado con muchos líderes, sobre todo en el sector banco, preocupados porque se les va gente buena a la competencia.

Y ¿sabes qué suele haber detrás de la mayoría de esas renuncias? La falta de oportunidades para crecer y desarrollarse. Ahí es donde unas buenas conversaciones de coaching y feedback pueden tener un impacto enorme en retener el talento, tener a la gente contenta y, claro, mejorar los resultados.

Las habilidades clave de un buen coach

El objetivo final es despertar en la persona la conciencia (darse cuenta), la responsabilidad (hacerse cargo) y la confianza en sí misma. Para eso, necesitas desarrollar habilidades como:

Escuchar de verdad: No solo oír, sino entender.
Leer a la persona: Intuir qué hay detrás de sus palabras.
Reflejar: Devolverle lo que ves y oyes, como un espejo útil.
Hacer las preguntas potentes: Esas que abren puertas y hacen pensar.
Dar feedback constructivo: Que ayude a crecer, no a hundirse.

Y si te fijas, esto encaja perfectamente con lo que muchos empleados dicen que quieren de sus jefes:

  • Que les escuchen de verdad, sin interrupciones.
  • Que intenten ver las cosas desde su punto de vista.
  • Que tengan paciencia mientras aprenden algo nuevo.
  • Que no les «crucifiquen» al primer error.
  • Que no se tomen a sí mismos demasiado en serio (¡un poco de humildad!).

El cambio ya está aquí

Ser un gran jefe hoy significa aceptar la responsabilidad de ayudar a tu gente a mejorar y a crecer.

Así que, sí, los días del «jefe sabelotodo» están contados. Ha llegado la era del «jefe-coach». Podemos resistirnos y aferrarnos a formas de dirigir del siglo pasado, o podemos aceptar el desafío y empezar a desarrollar esa mentalidad y esas habilidades de coach.

La buena noticia es que, en cuanto empieces a aplicar un enfoque más de coach, notarás la diferencia. Y lo más importante: tu equipo te lo agradecerá enormemente.

Como se suele decir: ‘Aquello en lo que nos enfocamos, es hacia donde nos movemos.’

Así que, ahora te toca a ti reflexionar: «¿Qué viejos hábitos de ‘jefe’ quiero dejar atrás? ¿Y qué habilidades de ‘coach’ quiero empezar a cultivar?»

Fran

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